lunes, 22 de septiembre de 2014

Capítulo V

Hola queridos lectores!!
He cumplido mi promesa y aquí está el capítulo quinto. Siento haberos tenido en ascuas una semana

entera :). Os aseguro que quedan muchas sorpresas por desvelar, poco a poco iréis conociéndolas.

Doy las gracias una vez más a aquellos/as seguidores fieles que leen este blog, a l@s que le dan una

 visita más al contador, a l@s que lo recomiendan, a l@s que comentan (quiero decir que me hacéis

 inmensamente feliz cada vez que recibo vuestra opinión)...en definitiva, a aquellas personas que me 

apoyan. 

Espero que os guste y que disfrutéis de la lectura.

 ME GUSTARÍA DEDICÁRSELO A MI AMIGA ANNIE M.D, gracias!!! Te quiero mucho y desde aquí te mando ánimos para que sigas escribiendo. Lo haces genial <3




Estoy preocupada. No logro que me escuche. Yo no soy esa tal Isadora. Bueno, mi única opción es
 llegar a la mansión y explicar la confusión. Con un poco de suerte, llegaré a tiempo para marcharme y si no… quizás tengan un jet privado o algo por un estilo.

Repiqueteo con los dedos en la ventana. Permanecemos en silencio. Nadie habla.

                                                              

-¿Falta mucho?

-En media hora estaremos allí.
.
-Gracias
.
-Para servirla.

Me pregunto quién será esa tal Isadora Blair. Tiene que ser muy rica. Entonces, como un haz de luz vuelve a mi memoria un recuerdo. La chica rubia. Isadora Blair. Me han confundido con ella.

-¿Puedo hacerle otra pregunta?

-Claro. Dígame.

-Yo no he estado en aquí nunca, ¿No?

-No. Esta es la primera vez.

-Ya.

-Dudábamos en si la reconoceríamos.

Uf. A ver cómo se lo explico a este buen hombre.

“Mire, perdone pero no soy ella.” O…

“Siento la confusión pero no soy la adecuada. Debo irme” O…

“No soy Isadora” Simple y directa.

El problema es que no soy tan lanzada y no seré capaz de decirlo de ninguna de esas tres formas. Empezaré con los rodeos.

No paro de darle vueltas a lo del chico. Luca se llamaba. Sin el más mínimo atisbo de vergüenza se acercó y me dio su número. Rozo la tarjeta con la mano derecha. Siento que me da seguridad. Una estúpida teoría al fin y al cabo.

El jet lag comienza a afectarme. Un síntoma producido por cambios de horario considerables. Sólo deseo dormir.
                                         
-Hemos llegado.

-Vale. Bajo del coche.-¡Hala! Una enorme casona con el suelo empedrado y jardines extensos me rodea.

-Ámbar. Condúcela a su habitación.

-Bienvenida, Isadora.


-Encantada.

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