Yo me resistí. Puse mil excusas. Por las buenas y por las malas. El
resultado es obvio. Lejos de mi
ciudad, de mis amigos… de mi vida. Todo para
aprender francés y “ampliar mis
conocimientos, resultará una grata experiencia”
¡Dios mío! Es una locura. La lengua no se me
da mal, en clase voy bien. Pero
noo. No era suficiente. “Lo agradecerás” Sí sí. Lo dudo.
Al no tener hermanos es muy complicado desviar una pregunta. La atención se
centra en mí. A veces
me hubiese gustado pasar desapercibida y compartir el
interrogatorio con alguien.
-Siéntense por favor. Queremos dar un aviso.-El personal revisa todos y
cada uno de los cinturones
de seguridad. Una de ellas recrimina a dos niños que
estaban corriendo por los estrechos pasillos.
Pasajeros,
debemos avisarle de un improvisado cambio. Debido a unos problemas técnicos,
nos veremos obligados a realizar un aterrizaje forzoso por su seguridad. Esta
no es razón para
preocuparse ni mucho menos, el contacto con tierra se
desarrollará con normalidad. Por favor,
permanezcan sentados con el cinturón
abrochado, recuerden que los niños también tienen que
seguir esta norma.
En breves
momentos llegaremos al aeropuerto de Madrid (España). La temperatura ambiente
es de
27 ºC.
Por supuesto
y como cabe prever, el vuelo que tomarán a su destino inicialmente lo cubrirá
esta compañía. Les informamos de que la próxima salida a Berna será a las 18:00
hora local.
Muchas
gracias por su atención y esperamos que disfruten del viaje.
Esto sí que no me lo esperaba. Debo de
ser gafe o algo. Yo no soy supersticiosa, me parece una
pérdida de tiempo
aunque respeto a los que sí lo son. El caso es que ahora tengo que coger el
próximo vuelo para llegar a la capital Suiza lo antes posible. Mi tía no vuelve hasta Agosto. Tengo
entendido que se fue a Indonesia. Por lo visto, necesitaba desconectar. Así que
el piso está en mis
manos hasta su regreso. Ha sido amable al dejar que resida en su casa.
Hago mis cálculos mentalmente. Son las
dos de la tarde, hora española. Faltan cuatro horas para el
despegue. Después,
una vez en el país cogeré un tren con trayecto de dos horas. Vamos, resumiendo,
un tute. No estoy cansada o eso intento hacer
creer a mi cuerpo. La noche en vela pasa factura
rápidamente. Llevo 20 horas
sin dormir aproximadamente.
Noto los motores del avión rugir. Nos
estamos preparando. Esperemos que el piloto sea hábil. Se
inclina un poco. Los
jóvenes gritan como si estuviesen en una montaña rusa de Disneyland París.
Me sudan las manos. ¿Estoy nerviosa?. Me obligo a negarlo. La presión aumenta,
llega a mis oídos.
Siento que reviento. Habitual en mí. No oigo, no escucho ni
mi propia voz. Duele. Duele mucho. Lo
suficiente para que apriete los dientes
fuertemente y desee que esto acabe.
Ya ha pasado. Por fin. Suspiro aliviada.
Una y otra vez. Lo repito provocando un sonido rítmico. El
vehículo se para.
Cojo mi maleta rosa de Snoopy. Mi dibujo favorito. Ya se me está quedando
pequeña pero no tenía otra cosa. Estiro el brazo para cogerla. No le llego.
-Hola. Espera que te ayudo.- Un joven se
acerca y me ofrece mi equipaje.
-Gra.. cias.- Me giro y lo veo. Es guapo
sin pretenderlo. Por el acento discurro que es italiano.
-Luca, encantado.-Extiende una mano.
-Érica.-Le devuelvo el apretón.
-No eres de aquí, ¿No?
-No. Soy americana.
-¿Qué hace una preciosa chica americana
en Madrid?-Me sonrojo.
-Estoy de paso.
-Ah. Bueno, un día puedes venir a verme
a Italia. Un país hermoso para una joven hermosa.-
Permíteme.- Me tiende su
tarjeta. Con el número de teléfono.
-De acuerdo.-Consigo pronunciar.
Nuestras manos se tocan, noto su pulso. Firme. La retiro como si
recibiese un
calambrazo y abandono el American airlines.